Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará. — Salmos 1:3
Josué no solo sirvió a Moisés. Moisés fue mentor a Josué. Abraham le enseño a Lot su sobrino hasta que ambos pros- peraron al punto que necesitaron separarse por la cantidad de ganado que tenían. Elías puso su manto sobre Eliseo. Pablo tuvo sus Timoteos.
No importa cuál es tu parte del trabajo, tu esfuerzo no flore- cerá al menos que hagas lo que estás asignado con habilidad y excelencia, y asistas a otros a hacer lo mismo. Hay un gozo y energía contagiosa que trae el Espíritu Santo cuando las personas trabajan bien juntas en el hogar, en la escuela, en la oficina o tienda o aun en el tráfico. Los hombres hacen amis- tad mientras trabajan en un proyecto juntos, y a las mujeres les encanta trabajar en equipo. A Dios le encanta cada parte de esto y en especial la harmonía en las relaciones que florecen. ¡Aprende a amar los lunes! Dios los ama.
Conforme tu influencia crezca, y eso debería de ser intencio- nal, tus oportunidades de moldear las vidas de otros para Dios se amplifican. Es aquí donde el Jesús dentro de ti sobre- salta. Cuando te encuentres con las personas en el trabajo o la escuela, ellos probarán la dulzura del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia – no el sabor agrio de enojo o sarcasmo. Y así transformas su atracción a ti con los dones del Espíritu Santo para animarlos y dirigirlos a las cosas cual Dios valora, o sea excelencia en el trabajo y satisfaccion a sus almas. Tu jefe puede reconocer el valor de esto y hacerlo parte de la descripción de tu trabajo como lo hizo mi jefe.
Alcance del día:
Identifica a una persona o dos con quien pasas la mayoría de tu tiempo para invertir en ellos la oración, ánimo y entrenarlos con humildad.



